No nos olvidemos de la salud sexual en la infancia
Para hablar sobre salud sexual en la infancia partiremos por reconocer a la salud como sinónimo de bienestar que abarca las dimensiones biológicas, psicológicas y sociales de los individuos. No obstante, dado la connotación sociológica de esta investigación, el concepto de salud debe integrar también las dimensiones socioculturales en las cuales están inmersos los individuos día a día y que de forma indirecta atraviesan el concepto de salud, como son el género, la edad o las condiciones de vida, por solo mencionar algunas. Trascender la visión dicotómica de salud-enfermedad supone ofrecer un espacio al enfoque social en las investigaciones sobre salud que permita un abanico de respuestas e información estableciendo una conexión entre la salud de los individuos y su realidad social.
Ello hará posible que temas como la salud sexual de los infantes pueda ser estudiado con mayor profundidad prestando atención a las construcciones socioculturales sobre salud que tienen los padres y que transmiten a sus hijos, regidas por patrones sociales muy remarcados y diferenciados tanto por el género como por la edad de los niños. En otras palabras, la importancia del enfoque social en las cuestiones de la salud humana puede ayudar a entender como el cuidado de la salud sexual de los niños está determinado por la perspectiva del adulto en base a los criterios sobre la sexualidad infantil que cada sociedad tenga establecido, reproduciendo principalmente las diferencias de género.
La sexualidad infantil ha sido un tema muy poco estudiado internacionalmente. Esto ha implicado que exista un cierto desconocimiento por parte de la familia en general, acerca del cuidado de la salud sexual de los niños. Por ello es necesario en primer lugar identificar la salud sexual como: “las expresiones libres y responsables de las capacidades sexuales que propician un bienestar armonioso personal y social, enriqueciendo de esta manera la vida individual y social” (OMS). Ciertamente la salud sexual, es un derecho humano, pues es un derecho al bienestar social e individual de las personas sin importar la edad, la raza o el género. Partiendo de esta definición podemos plantear que el cuidado de la salud sexual de los niños desde la familia no implica solo que los padres u otros miembros de la familia se ocupen de prevenir o tratar enfermedades en el sistema genital reproductor, sino también aceptar la orientación sexual de los niños así como las proyecciones y expresiones sociales que de la misma se derivan y a partir de esta aceptación dotar a los pequeños de los conocimientos e informaciones necesarias para que puedan entender y dinamizar con su sexualidad.
Reconocer al niño como sujeto de derecho es de vital importancia en el cuidado de la salud sexual de los mismos, sobre todo en una sociedad tan sexista y patriarcal como la que caracterizan muchas naciones del planeta. En otras palabras la aceptación de la orientación sexual también forma parte del cuidado de la salud sexual de los infantes. La salud sexual de los niños y niñas no es sólo prevenir las enfermedades o asegurar o tratamiento con calidad, el papel de la familia es también educar y educarse.
Indagar acerca del cuidado de la salud sexual de los niños desde la familia es de gran importancia si queremos superar las desigualdades de género que existen hoy en día en nuestra sociedad y que implican una evidente diferencia entre hombre y mujeres concerniente al derecho y disfrute de su sexualidad tanto en el ámbito público como en el privado. Es a partir de la educación sexual, que forma parte del papel preventivo de la familia en edades tempranas, que se podrán establecer nuevas relaciones entre géneros basadas en la igualdad y el respeto mutuo.
En el contexto actual, principalmente en las regiones latinoamericanas, donde la jefatura femenina tienden a aumentar considerablemente y la estructura familiar tiende a reducirse es de vital importancia en temas referidos a la salud sexual infantil, sobre todo porque en dependencia del cuidado de la misma, de la educación sexual que ello implique se formarán los futuros hombres y mujeres.
La salud sexual de los más pequeños y el papel de la familia en la educación, atención y cuidado en la salud sexual de los mismos son parte también de la estrategia mundial de desarrollo humano, donde una sociedad de equidad y justicia social no solo responda a las dimensiones del bienestar relacionadas con los aspectos materiales sino también espirituales, de participación y de integración social, donde también los niños tengan un espacio y se cumplan sus derechos y necesidades.
