La colección de mariposas más grande del mundo es de una colombiana
Blanca Huertas nación en la zona montañosa de Colombia, y desde niña estuvo en interacción directa con la naturaleza. Su padre era un entusiasta de los entornos naturales y los momentos de esparcimiento familiar siempre eran largos paseos a la montaña, donde sus hermanos y ella pasaron de quejarse por las caminatas de más de tres horas a interesarse por todo lo que sucedía a su alrededor. Con 12 años comenzó a coleccionar plantas, en aquel entonces no tenía herramientas para recolectar mariposas, pero sería cuestión de tiempo. Actualmente solo cinco personas en el mundo hacen lo mismo que ella.
Un palo de escoba, un jean usado y unas cortinas fueron su primera red, con ella recolectó durante mucho tiempo sus mariposas. Pero el verdadero reto no era cazarlas, comenta, sino conservarlas. Las mariposas se guardan en sobres, pero antes hay que relajarles las alas, extenderlas y dejarlas secar por varios días, y entonces estarán listas para ser guardadas. Además, Colombia puede ser un verdadero paraíso para los amantes de las mariposas, pues posee una gran variedad de especies.
Una consecuencia lógica de este interés por los lepidópteros fue matricular en la carrera de Biología en la Universidad de Bogotá, donde comenzó a realizar expediciones con los estudiantes de la Universidad de Cambridge, a remotas zonas de la selva colombiana para descubrir nuevas especies. A través de este vínculo se fue a Londres a estudiar y comenzó a trabajar de voluntaria en el Museo de Historia Natural de Londres. Aquel era el mejor lugar del mundo para Huertas, rodeada de la mayor y más antigua colección de mariposas del mundo. Su curador, un eminente investigador, era su héroe.
La parte no tan romántica de la historia era vivir en Londres y trabajar como voluntaria sin un salario. Durante algún tiempo su dieta consistió en barras de chocolate de desayuno y almuerzo. Todo mejoraría cuando este especialista encargado de la colección de mariposas decidió irse del museo. Al principio, comenta Huertas, no entendió del todo la oportunidad que se le abría. Luego se dio cuenta de que estaba en el lugar y el momento correcto, podría ser una de las pocas curadoras de mariposas, con ese título en el mundo, y nada menos que de la colección más importante. Y así ha sido hasta ahora.
La mejor experiencia es cuando descubres un nuevo espécimen, comenta. Por ello no duda en afirmar que el momento más emocionante que ha vivido durante sus años en el museo, fue en una expedición a una zona montañosa remota. Divisar la mariposa y darnos cuenta que estábamos viendo algo completamente nuevo, que nadie había visto antes, fue bello, único.
A estas alturas decir que la pasión de Blanca Huertas son las mariposas, sería más que redundante. Se reconoce una adicta a su trabajo. Con su esposo, al que conoció durante las expediciones con los estudiantes de Cambridge, comparte el amor por la naturaleza, pues mientras ella se especializa en mariposas, él lo hace en aves. Cuando nuestro hijo se duerme, confiesa, nos sentamos a debatir de trabajo y a planear las próximas expediciones.
¿Suerte, persistencia, talento? Un poco de todo quizás. Lo cierto es que Blanca Huertas es una de las personas privilegiadas de trabajar en lo que más aman y en el mejor lugar del mundo para hacerlo.