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viernes, 29 de junio de 2018

Hombres que brillan desde el nacer

Por Janet Rios

Hay hombres solares y volcánicos; miran como el águila, deslumbran como el astro, sienten como sentirían las entrañas de la Tierra, los senos de los mares y la inmensidad continental”. Los cubanos tenemos la suerte de tener uno de esos hombres de los que habló José Martí. Uno, que es tan grande como el cielo y tan fuerte como el acero: Fidel. El 13 de agosto de 1926 a las dos de la madrugada, nace Fidel Alejandro Castro Ruz con doce libras de peso, en Birán antigua provincia de Oriente, actualmente perteneciente a la provincia de Holguín. Hijo de Ángel María Bautista Castro, quien fue un terrateniente y colono cañero proveniente de Galicia, España; su madre, Lina Ruz González provino de una familia campesina de la provincia de Pinar del Rio, que luego se trasladó y estableció en Birán.

De esta unión además de Fidel nacieron seis niños más: Ángela María Castro Ruz, Ramón Castro Ruz, Raúl Castro Ruz, Emma Concepción Castro Ruz, Juana de la Caridad Castro Ruz y Agustina del Carmen Castro Ruz. Fidel siempre fue un niño muy observador, prestaba una especial atención a todo lo que le rodeaba. A él y a sus hermanos les encantaba jugar en la finca donde vivían, sobre todo se divertían con una vaca a la cual llamaron Ballena, a esta la provocaban para luego salir corriendo. Su padre era muy cariñoso con todos sus hijos, Fidel sentía mucha admiración y respeto por su padre. La madre era la encargada de la disciplina y a pesar que eran más cercanos a ella debido a que pasaban más tiempo juntos, los pequeños se refugiaban en el padre cuando huían de un regaño de su madre. Cuando tenía cuatro años, en el 1930, Fidel y sus hermanos comienzan a asistir a la escuela rural mixta no.15, de Birán, el aula donde recibían sus clases agrupaba a niños de primero a sexto grado.

Fidel se sentaba en la primera fila, él mismo cuenta que forzosamente aprendió a leer y a escribir, pues realmente todavía no tenía edad para ir a la escuela. A pesar de que sus padres tenían una buena posición económica estos nunca le impidieron relacionarse con los niños que vivían en los alrededores, cada tarde luego de la escuela iban todos juntos a bañarse en las aguas del río Manaca. Durante su transcurso en la escuela de Birán tuvo varias maestras entre ellas Eufrasia Feliú Ruiz, esta maestra fue realmente severa y exigente, solía ponerles castigos, ante los cuales Fidel en muchas ocasiones se rebelaba y huía por la ventana, se cuenta que en una ocasión al saltar por la ventana se cayó y se clavó una puntilla en la lengua, al llegar a casa recibió un fuerte regaño de sus padres.

Luego de culminar sus estudios de primer grado, en el año 1933 cuando todavía no contaba con siete años, la maestra Eufrasia argumentando que Fidel tendría más oportunidades estudiando en Santiago les pidió a sus padres que le entregaran al niño y a sus hermanos, Ángel y Lina pensando que era lo mejor para sus hijos aceptaron la oferta. En Santiago vivió en la casa de la familia de la maestra, en una vivienda pobre y casi sin muebles, que se filtraba por todas partes cuando llovía. Fidel no fue enviado a la escuela, se pasaba todo el día dentro de la casa, ni siquiera lo sacaban a pasear, era como una prisión.

Aprendió a sumar, restar, multiplicar y dividir, gracias a las tablas impresas en el forro rojo de una libreta que le entregaron para practicar la caligrafía, y que nadie dictó ni revisó nunca. El padre de Fidel enviaba dinero destinado para el cuidado de sus hijos, pero este no era invertido en ellos, la maestra se quedaba con el dinero. Los niños pasaron hambre, de una cantina que llevaban una vez al día a la casa se alimentaban siete personas y sus ropas se deterioraron a tal punto que con hilo de coser Fidel arreglaba sus propios zapatos. El propio Fidel al contar sobre su infancia expresó: (…) Conocí el hambre creyendo que era apetito, con la punta de uno de los dientes del pequeño tenedor pescaba el último granito de arroz, y con hilo de coser arreglaba mis propios zapatos (…) Al frente de la modesta casa de madera donde vivían, existía un Instituto de Bachillerato que permanecía ocupado por el Ejército; allí Fidel vio soldados golpeando con las culatas de sus fusiles a otras personas. Hecho que contribuyó a forjar en Fidel un fuerte repudio hacia el crimen y la violencia.

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