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martes, 26 de junio de 2018

Falcao: de Lyon a Kazán, cuatro años de calvario

Por Aliet Arzola

El Monts d'Or Azergues Foot es un modesto club de las inferiores francesas al que todos conocen como Chasselay, nombre del pequeño poblado donde radica el conjunto, al este del país galo. No tiene ninguna historia relevante, más allá de haber llegado a dieciseisavos de Copa en el 2014, justo el año en que más titulares recibieron, y no precisamente por su buen fútbol, sino por un suceso desafortunado que dejó al delantero colombiano Radamel Falcao García en la lona, directo al quirófano y casi sin opciones de participar en la Copa del Mundo de Brasil 2014, a la cual el once cafetero había clasificado, en gran medida, por la producción goleadora de su ariete.

El Chasselay se instaló entre los mejores 32 de la Copa de Francia en el 2014, año de Mundial, y allí se toparon con el Mónaco dirigido por Claudio Ranieri, quien ese día, frente a un rival muy inferior, prefirió no correr riesgos y mandó a la cancha a Radamel Falcao, el delantero colombiano que, por aquellos tiempos, era considerado uno de los mejores atacantes del orbe. “El Tigre” marcó en Gerland, el estadio de Lyon, tal cual indicaba el guion, pero al final del primer tiempo, fue barrido por Soner Ertek, futbolista en sus ratos libre, el resto del tiempo profesor de geografía. En el suelo se retorció el ariete cafetero, dolido, aunque sin plena conciencia del calvario que tenía por delante. Lo más curioso es que el árbitro Philippe Kalt ni siquiera decretó falta en aquella jugada, un claro penal, pues la infracción fue dentro del área.

Pasaron los días y Ertek, el agresor, no podía soportar la presión por su acción. “No he visto más la jugada, no puedo hacerlo. Me sentiré culpable toda mi vida”, decía el geógrafo con alma de zaguero central. Los peores presagios de este hombre se confirmaron: Radamel Falcao se había roto el ligamento cruzado anterior de su rodilla izquierda y se perdería, salvo miagro, el Mundial de Brasil, el primero de su carrera. La noticia corrió como un cubo de agua helada, sobre todo entre los parciales colombianos, que luego de 16 años de ausencia veían escapar la posibilidad de llegar bien lejos en la Copa sin su as, sin el goleador que perforara las redes y colocara a la nación cafetera en lo más alto del orbe.

La historia posterior de Colombia nos recuerda que el Mundial no fue un fiasco, que apareció un James legendario y se adueñó de la Bota de Oro a golpe de golazos, y que llegaron a cuartos de final, donde claudicaron en un duelo cerrado con los anfitriones. Actuación decorosa. Todo lo vio Falcao por televisión, todo se lo perdió, pero nunca desaparecieron sus ganas y sus sueños de pisar el césped de un Mundial. Después de aquel suceso vinieron los tiempos más duros, el reto de la recuperación, las dolorosas sesiones de fisio, sus fichajes frustrados por el Manchester United y el Chelsea, las mofas de la afición por ser mandado a entrenar con juveniles…

Fue muy difícil soportar todo aquel calvario, fue muy difícil reponerse a la falta de juego, a la ausencia de goles, a la lógica separación de la selección. Sin embargo, Falcao siempre ha tenido fe, es un religioso confeso, creyente en Dios, y esa convicción le ayudó a salir del atolladero, a encontrar nuevamente el camino. Primero regresó al Mónaco, volvió a perforar las redes, recuperó su puesto en el once titular de Colombia, marcó dianas importantes en la clasificación a Rusia 2018, y ahora, a los 32 años, ha abierto su cuenta goleadora en Mundiales en Kazán, donde enganchó de tres dedos un pase medido de Juan Fernando Quintero para terminar de enterrar a Polonia, una de las decepciones de la Copa.

Muchos pensaron, hace cuatro años, que algo así sería imposible, pero el fútbol y la vida le han dado la oportunidad a “El Tigre” de mostrar sus garras, de enseñarnos cómo se levanta un verdadero luchador. No sabemos hasta dónde pueda llegar en la cita rusa, no sabemos si los chicos de Pekerman, precisamente con Falcao, James y compañía al frente, puedan superar a Senegal y avanzar a octavos de final, pero sí estamos convencidos de que el espíritu de lucha de Radamel ayudará al equipo a superar cualquier miedo, a pelear por un sueño, en este caso el de meterse en las rondas de vida o muerte y acercarse o superar la actuación de Brasil 2014.