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viernes, 4 de mayo de 2018

El gran mito de la virginidad ligado al himen

Por Jacky

Millones de mujeres en Oriente Medio, África y Asia aún son sometidas a pruebas de virginidad en las que un médico o curandero introduce dos dedos en su vagina y determina si ha sido penetrada, teniendo en cuenta la tersura de las paredes vaginales y la presencia del himen intacto. Para refutar esta teoría antigua, especialistas Claudia Moreno, del equipo sobre violencia contra las mujeres de la OMS y Rose McKeon Olson, de la Universidad de Minnesota, publicaron un estudio en el que realizaron una revisión de las principales investigaciones sobre el himen y la virginidad que se hicieron desde los setenta. La conclusión fundamental es que ninguna de las teorías tradicionales es acertada.

Desde tiempos inmemoriales y hasta la fecha, existe la costumbre de probar la virginidad de una muchacha. Sin embargo, varios organismos han denunciado que este tipo de pruebas está basado en una mentira.

Millones de mujeres en Oriente Medio, África y Asia son sometidas a dichas pruebas en las que comúnmente un médico o una figura que ejerza como tal en la comunidad introduce dos dedos en su vagina y determina así si ha sido penetrada, tomando en cuenta la tersura de las paredes vaginales y la presencia de un himen intacto. Si la muchacha falla, le esperan el oprobio, la marginación o la carta blanca para ser violada o asesinada como reparación al honor de su familia.

Además, según ha denunciado la organización Human Rights Watch, las pruebas de tacto vaginal han entrado en algunas legislaciones de países, como por ejemplo en la India, donde la policía ha llegado a pedirlas como pruebas para mujeres que denunciaban violaciones, o en Indonesia, donde las cadetes policiales pasan por estas pruebas rutinariamente. También países africanos como Zimbabue las han catalogado como obligatorias alegando la prevención del SIDA.

Sin embargo, en contra de toda esta teoría antigua, recientemente las especialistas Claudia Moreno, del equipo sobre violencia contra las mujeres de la OMS y Rose McKeon Olson, de la Universidad de Minnesota, publicaron su estudio Virginity testing: a systematic review. En la investigación, las autoras realizan una revisión de las principales investigaciones médicas sobre himen y virginidad desde los setenta. Las conclusiones son concretas: ninguna de las teorías tradicionales es acertada.

El himen es una membrana de tejido incompleto que se desarrolla en la apertura vaginal durante la gestación y aunque la cubre por completo, a medida que la mujer crece se va retrayendo. Además, para algunas mujeres no crece y para otras debe ser perforado en la adolescencia para que no trastorne la menstruación. Es decir, como afirma el propio estudio, que no existe un estándar mediante el cual puedan alegar los médicos o matronas para determinar la virginidad en base a su observación.

Mediante el análisis de los estudios previos, las investigadoras establecieron que las señales que se alegan normalmente como "demostración" de la virginidad (laceraciones, cicatrices o ensanchamientos) aparecen de igual manera en las mujeres vírgenes como las que no lo son. Lo cierto es que el consenso médico ha establecido desde hace tiempo que el himen, que no posee utilidad para la mujer, desaparece con la actividad física o con manipulaciones de los genitales. Además, no es solo esto, sino que, de acuerdo con los especialistas, un himen "intacto" puede pertenecer a una mujer que ha practicado actividad sexual penetrativa. Como habíamos señalado anteriormente, la forma y tamaño de la membrana varía para cada mujer, incluso con la edad y si no desaparece, puede regenerarse.

Otro de los mitos que derriba este estudio es el de que una mujer virgen sangra y tiene dolor en su primera vez. En ese sentido, la edad es un factor importante, pues en una adolescente la membrana puede ser más espesa, pero como advierte Olson, a los 25 años se ha retraído hasta el punto de desaparecer e incluso, añade que es probable que, para muchas mujeres, nunca se haya roto. De acuerdo con los médicos, lo más probable es que el dolor y el sangrado sean resultado de la contracción de los fuertes músculos de la vagina debido al estrés, lo que descarta también las pruebas de virginidad basadas en la "tersura" genital.

Lo preocupante de la situación, es que aún se mantiene en nuestros días como parte de la cultura de muchas naciones y su práctica provoca varios efectos psicológicos sobre las mujeres que son sometidas a las pruebas de virginidad. Las investigadoras señalan que las consecuencias son desoladoras, en primer lugar por el terror al sufrimiento físico que comportan. Por ejemplo, en el año 2015 Amnistía Internacional denunciaba que cinco chicas en Turquía prefirieron envenenarse con raticida antes de ser examinadas.

Además, aquellas féminas que han superado el trauma, han sido diagnosticadas con ansiedad, depresión, pérdida de autoestima o ideas suicidas; y si han sido rechazadas, las consecuencias sociales y culturales son atroces. Igualmente, las investigadoras refieren que por lo general, la prueba de la virginidad se realiza sin el consentimiento de la menor, por lo que se trata de una forma de violencia sexual.

Como concluyen las especialistas, la relación del himen con la virginidad no es más que un mito arraigado que aflora incluso en lo estético, con la moda de las "reparaciones" quirúrgicas. En ese sentido, Olson afirma que la virginidad es un constructo cultural de género, y no basado en una realidad médica. Lo cierto es que nadie puede quitártela.