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sábado, 14 de abril de 2018

¿Mi excelente currículo será igual de interesante cuando tenga 60 años?

Por Jany

Los colombianos se caracterizan por el apego al trabajo. Pues desde todos los tiempos y en cualquier parte del mundo esta actividad que implica un esfuerzo físico o mental, tiene como finalidad la producción de bienes y servicios para satisfacer las necesidades humanas. El trabajo genera las ganancias que permiten subsistir por lo que o bien trabajas para vivir o vives del trabajo de los demás. En la actualidad colombiana corren con suerte aquellos que logran perdurar por largo tiempo en un empleo. Pero, ¿qué sucede cuando a los 50 años de edad te despiden porque supuestamente ya no se tiene el mismo rendimiento?

Colombia es uno de los países con alto índice de despido para la población superior a los 50 años. Aquellos que llevan toda una vida trabajando se ven obligados a ir en busca de nuevas propuestas de empleo. Estas suelen ser escazas y para cuando llegan casi nunca son aprobadas. La inteligencia, la experiencia, el tiempo acumulado es bien valorado hasta los 49, un año más tarde se empieza a tornar vejez y con ello falta de rendimiento. A veces no somos conscientes de estas posturas.

Citemos un ejemplo: Laura es una joven de 21 años licenciada en economía, su abuelo Esteban fue quien la adentró al mundo de los números y las cuentas. Ambos aman trabajar. La joven aplica en la empresa de su abuelo para tenerlo cerca y así compartir juntos algo más de tiempo. La entrevista de trabajo fue todo un éxito y ha sido aceptada. Al llegar a casa cuenta a Esteban la noticia y le comenta que la rapidez de la admisión se debe a que darán de baja a algunos miembros con cierta edad. El abuelo de 60 años afirma que es una realidad que algunos de sus compañeros han disminuido el rendimiento porque ya están algo viejos. Al día siguiente mientras Laura entraba a su nuevo empleo, Esteban cabizbajo salía por ser despedido.

Los jóvenes ansiosos por ocupar plazas se quejan de que los adultos mayores no generan la misma productividad. Pero es que incluso los abuelos que se sienten fuertes de espíritu catalogan a sus semejantes de igual forma. Pocas veces se entiende este suceso y es que suele hacerse evidente cuando toca de cerca. A veces tan cerca que es a uno mismo. Es necesario crear conciencia en que ese excelente currículo que hoy se ostenta con 24 años, no se verá tan excelente a los cincuenta y tantos. Aboguemos desde ahora, por puestos de trabajo para este sector poblacional, ellos también tienen necesidades. Que sean los propios mayores quienes decidan retirarse cuando sientan que quieren descansar y tener tiempo para disfrutar de la vida. Este tema es una polémica constante, donde las empresas abogan por mayor productividad y la asocian a la juventud. Todos llegaremos a esa edad y no nos gustaría depender de nadie más que de nosotros mismos.

En aquellas personas que han trabajado toda su vida, el despido genera efectos negativos para la salud en un plazo menor de dos años. Así lo afirma el estudio divulgado en la revista Journal of the American Medical Association (JAMA). Encontrarse inesperadamente arruinado con más de 50 años de edad puede acrecentar en un 50% el riesgo de morir en los próximos 20 años. Si analizamos que casi la cuarta parte de los colombianos mayores de 51 años ha vivido este escenario, se comprende la elevación de los índices de enfermedades en este sector poblacional.

Durante la investigación se le dio seguimiento tanto a las personas de bajo como de alto ingreso. El riesgo de morir en los sucesivos 20 años era un 67% más alto en las personas de escasos ingresos que aquellos cuyas economías habían experimentado un incremento invariable durante toda su vida. De manera que tener dinero y perderlo es con corta diferencia, tan malo para la esperanza de vida, como nunca no haberlo tenido.

Es cierto que algunos abuelos se niegan a reconocer cuando necesitan retirarse, pero para eso está la familia. Ser expulsado de una empresa como un objeto que no vale más es completamente inhumano. Quizás las empresas deberían abogar por planes de retiro en el que se le ofrezcan actividades pequeñas que no generen gastos y provean alguna que otra ganancia. Las abuelas por ejemplo serían una excelente opción para promociones, todos hacemos casos a sus consejos. Se trata de un esfuerzo, que hoy hacemos por alguien más, pero en un futuro próximo lo hará alguien más por nosotros.