Israel: fuego y cárcel para vencer a la paz
El gobierno de Israel aplica por estos días su conocida receta de sangre y fuego, como única y brutal respuesta a las manifestaciones pacíficas que realizan los palestinos en señal de protesta por las siete décadas que llevan siendo despojados de su territorio vital, al cual reclaman regresar de forma justa e inmediata.
En esta ocasión, el terrible acto se asemeja al que en 1948 cometieran algunas bandas armadas contra varias poblaciones palestinas que se encontraban despojadas de su capacidad para defenderse. Así celebra Israel el aniversario 70 de la creación de su Estado sionista. Mientras, del otro lado de la Franja de Gaza, miles sufren la violencia.
El gobierno israelita decidió aplicar una vez más la conocida receta de sangre y fuego, como consecuencia de las manifestaciones pacíficas que realizaron los palestinos en señal de protesta por las siete décadas que llevan siendo despojados de su territorio vital, al cual reclaman regresar de forma justa. En esta ocasión, el terrible espectáculo fue muy similar al que en 1948 cometieran varias bandas armadas contra una serie de poblaciones palestinas que se encontraban despojadas de la capacidad para defenderse. Así celebra Israel el aniversario 70 de la creación de su Estado sionista.
En lo que pudiera compararse con un acto de lesa humanidad, parecido a aquellos cometidos por los colonizadores en las Américas o por los nazis en Alemania y Polonia, los soldados israelíes disparan al blanco que son los manifestantes pacíficos que habitan en Gaza, casa bloqueada de 360 kilómetros de área, en donde habitan 200 mil personas, de las cuales cerca de la mitad son menores de 18 años de edad.
La manifestación que ahora realizan los oprimidos, conocida como la Gran Marcha por el Retorno, es protagonizada tanto por movimientos sociales, comités de resistencia, como por formaciones políticas entre las que se incluye Hamas. Para ella, se previeron dos movilizaciones en fechas señaladas: una el 30 de marzo, Día de la Tierra (Jornada contra la confiscación de territorio palestino) y la otra el 15 de mayo, conocido como el día de la Catástrofe (Nakba) por tratarse del momento en que comenzó el desplazamiento de millares de palestinos a consecuencia del decreto unilateral del Estado de Israel.
Incluso cuando no pocos expertos en materia de derechos humanos señalan que este tipo de protestas constituyen un método legítimo de libertad de expresión, el cual las autoridades sionistas están compelidas a respetar, el gobierno que lideran el presidente Benjamin Netanyahu y Avidor Lieberman, su ministro de Defensa, no parece tener en cuenta las leyes internacionales, y en un acto de desconocimiento y olvido al justo reclamo territorial de los palestinos, han ordenado disparar a libre demanda contra cualquiera que se acerque a menos de 300 metros del muro que divide a ambos países.
Luego de realizar un cálculo provisional, pues esta situación continúa sucediendo aún cuando se escriben estas líneas, se estima que desde el pasado 30 de marzo han muerto 38 habitantes de Gaza y casi 3 500 han sufrido heridas de todo tipo: 1 600 por impactos de las “certeras” balas de los francotiradores.
Según reporta la organización Amnistía Internacional del total de heridos hay alrededor de 445 niños, además de 21 integrantes de de la Media Luna Roja Palestina y hasta 15 periodistas. De acuerdo con el Ministerio de Salud gazatí, aproximadamente 1 230 personas fueron alcanzadas por munición real, mientras otros resultaron dañados por balas de goma o tuvieron que ser tratados luego de haber inhalado gases lacrimógenos provenientes de aviones no tripulados.
Durante la cuarta jornada, que el pasado viernes día 20 de abril reunió a miles de manifestantes en la Frontera, se conoció por fuentes internas que un muchacho de 15 años y otros dos adultos fueron alcanzados por disparos al norte del enclave. Mientras, otro palestino, este de 29 años, murió al sur de la Franja, a la vez que otros 440 recibieron heridas provocadas por las balas o por inhalación de gas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha expresado su preocupación, pues existe la posibilidad de que cerca de 350 damnificados puedan sufrir algún tipo de discapacidad como secuela por estos ataques, teniendo en cuenta que ya se han dado mínimo cuatro casos de amputaciones de piernas.
Por si fuera poco, en las recientes manifestaciones del 17 de abril, decenas de jóvenes y niñas llevaron imágenes de compatriotas suyas detenidas en la zona israelí. De acuerdo con estadísticas de la Asociación de Derechos Humanos y Ayuda a los Presos, hasta el 1 de marzo se contaban en 6 050 los hombres y mujeres prisioneros políticos, de los cuales hay unos 530 que están condenados de por vida.