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jueves, 22 de marzo de 2018

Orlando Duque no se congela en la Antártida

Por Aliet Arzola

Tras casi tres meses de recorrido por la gélida Antártida, el experimentado clavadista colombiano Orlando Duque sumó otro logro a su extensa hoja de galardones, pues logró realizar saltos ornamentales desde dos icebergs en el lejano territorio, único continente que le faltaba por conquistar tras cautivar en las dos últimas décadas a espectadores de América, Asia, África, Europa y Oceanía.

Duque, de 43 años, viajó como parte de la expedición Almirante Tono, liderada por la Armada Colombiana con su buque ARC 20 de julio (equipado para realizar estudios oceanográficos), en el cual se reunieron científicos, investigadores y oficiales de Austria, Argentina, Ecuador, España, Nueva Zelanda, México y Perú.

La misión no fue nada fácil, sobre todo por la dificultad para encontrar una locación ideal, que cumpliera con los requisitos de seguridad mínimos. Al respecto, Duque explicó que la inestabilidad de los icebergs y el constante peligro por un desprendimiento o volteo del hielo fueron los detalles de mayor cuidado para el grupo (médico y enfermero de la Armada, dos supervisores chilenos especialistas en buceo polar y dos buzos de reserva) que lo acompañó en todo el camino.

Pero la intensa búsqueda rindió frutos y encontraron dos icebergs que cumplían con los requerimientos, lo cual les permitió que Duque realizará tres saltos sobre 12 y 20 metros, altura inferior a la que está habituado, pues en las competencias profesionales de cliff diving las plataformas están ubicadas a 27 metros. Había tanta adrenalina y tanta emoción que no tuve tiempo de sentir frío, expresó tras los saltos el vallecaucano, quien durante todo el trayecto se enfrentó a una temperatura máxima de un grado centígrado y a una sensación térmica mínima de -25. Para soportar ese clima hostil, Duque se vio obligado a variar sus hábitos tropicales de saltar solo con un bañador y su melena suelta. Un traje de buceo neopreno de siete milímetros de grosor y una capucha de seis milímetros que solo no le cubría el rostro fue su indumentaria en la Antártida, ataviado además con guantes y botas.

Pero más allá de estas medidas de seguridad, Duque y su equipo revisaron minuciosamente los puntos de caída, teniendo en cuenta que en la zona existen témpanos transparentes luego de miles de años comprimidos. No obstante, la ventaja de contar luz solar durante 23 horas del día (verano austral) les permitió realizar inspecciones más profundas y cuidadosas en aras de evitar cualquier accidente. De esta forma, se cumplió uno de los objetivos más novedosos de la expedición de la Armada Colombiana, que buscaba conocer las reacciones de los deportistas en condiciones ambientales extremas cuando practican sus modalidades. Tras su gesta, Duque no cerró las puertas a las competencias ni a la aventura, y aseguró que todavía se le pueden seguir ocurriendo retos.