La Puerta a los Infiernos ha sido cerrada
Uno de los mayores mitos del mundo romano, la llamada Puerta de Plutón, que era considerada por los hombres del antiguo imperio como la entrada a los infiernos, ya no es un secreto para las actuales generaciones, que crecieron escuchando estas historias. El hombre del siglo XXI, en su búsqueda de nuevos saberes y su infinita curiosidad por los misterios del mundo que no conoció, se ha apoyado en el desarrollo de la ciencia y las tecnologías para develar los entresijos de esta leyenda, del mismo modo en que lo ha hecho con muchos otros recuerdos y piezas de tiempos pasados.
Para comenzar, la llamada puerta no es tal, sino una cueva que además estaba muy lejos de lo que son los actuales territorios de Italia, se encontraba en realidad a cientos de kilómetros. Conocida como Ploutonion, en idioma griego, o Plutonio, en latín, la caverna fue hallada entre las ruinas de la antigua Hierápolis, Frigia, actualmente Pamukkale en Turquía. Un equipo de investigadores de la Universidad de Duisburg-Essen, en Alemania, fueron los responsables del descubrimiento, o cabría mejor decir, de haber descifrado la razón tras la fantasí por la cual se le consideraba la entrada al inframundo, al reino del dios de la murte.
De acuerdo con los estudios realizados, los expertos estiman que el mito tuvo su nacimiento porque la caverna albergaba una nube concentrada de dióxido de carbono (CO2), de ahí que quienes se aventuraban dentro de ella terminaban muriendo por asfixia. Además, recientes investigaciones concluyeron que los sacerdotes romanos llevaban a cabo en ese sitio sus sacrificios rituales, donde era común el uso de toros como ofrendas a los dioses. Para realizar estos ritos los sacerdotes se valían de las emanaciones habituales en el lugar, por lo que las reses caían inconscientes y luego podían ejecutarlas. El mito, no obstante, parece persistir en el tiempo, debido a que la alta carga de gases prevalece en el lugar, y es la causa por la cual mueren las aves que vuelan muy cerca de la entrada de la cueva. Ante ese panorama no son pocos los que han considerado que se trata, aún, de un lugar que otorga pasaje directo a la muerte.
La pregunta es, entonces, cómo conseguían los sacerdotes realizar los rituales y mantenerse con vida. ¿Acaso la puerta infernal no tenía efecto en ellos? ¿Se valían de alguna clase de conjuros empleaban alguna medicina para evitar salir lastimados? Según las indagaciones de los científicos alemanes, al parecer las emanaciones son más comunes y en mayor cantidad durante la noche, mientras que por el día el Sol contribuía a disipar el gas. Justamente al amanecer se considera que se produce la mayor acumulación de gas y que la altura de la columna de CO2 llega hasta casi medio metro de altura, para luego comenzar a disminuir. Esos estudios, al parecer, eran de conocimiento de los sacerdotes de la época, pues la separación entre los gases y el suelo es la clave para entender lo que sucedía con quienes llevaban a cabo los sacrificios. Ellos conocían que a 10 centímetros del suelo la concentración de emanaciones estaba alrededor del 35 por ciento, pero luego de los 40 centímetros de altura, esta disminuía, información de la cual se valían para no sucumbir.
La antigua Hierápolis, donde se localizaba la Puerta del Infierno, por sus restos arqueológicos fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1998 por la Unesco. La antigua urbe helenística, hoy en ruinas, se considera que fue fundada en una fecha próxima al 190 antes de nuestra era (a.n.e) por Eumenes II, rey de Pérgamo entre los años 197 y 159. Según los hallazgos de historiadores en antiguos registros, Hierápolis se dedicó a Roma en el año 133 a.n.e. Para entonces la ciudad se convirtió en una floreciente urbe, a la usanza romana, con templos, teatro y baños de aguas termales, los cuales ganaron fama de que poseían propiedades curativas.
Pero si bien los estudiosos lograron develar el misterio de la llamada Puerta a los Infiernos, este sitio sorprende por otras revelaciones no menos llamativas, como el descubrimiento de la posible tumba uno de los 12 apóstoles de Jesucristo, San Felipe, quien se dice que partió a evangelizar las regiones de Asia Menor. Pareciera que en Hierápolis se juntan el cielo y el purgatorio.