¿Cómo incide la tecnología en nuestro cerebro?
La tecnología y el Internet, sin dudas han modificado y mediado nuestras formas de interacción y nuestra vida en general. Pero no solo se habla de sus beneficios, sino que muchos son los trabajos que se realizan hablando sobre sus perjudiciales efectos cognitivos. Se señala que la tecnología nos vuelve más tontos, impacientes y olvidadizos y que nos ha robado la capacidad de concentrarnos y aburrirnos. Aunque puedan parecer exageradas, lo cierto es que muchas de estas advertencias se basan en resultados de estudios científicos publicados sobre la materia. Un amplio número de expertos coinciden en que la tecnología cambia de alguna manera nuestro cerebro, aunque aún hay que plantearse el alcance de esto para saber si necesariamente conlleva un descanso prolongado del móvil.
Emiliano Bruner, neurobiólogo del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), explica que si bien las adaptaciones de los genes que moldean las especies tardan cientos o miles o millones de años, las adaptaciones del cuerpo, solo tardan días o meses. Pero determinar exactamente qué tipo de modificaciones se dan por la interacción con los dispositivos electrónicos es complicado a nivel práctico.
Además de por problemas metodológicos en los estudios, relacionados con cómo medir su incidencia, las relaciones causa-efecto o simular las condiciones en el laboratorio, es complicado estudiar estas modificaciones por una razón más esencial: que todavía no sabemos bien qué estamos buscando. En ese sentido, Bruner advierte que antes de buscar las respuestas, hay que encontrar las preguntas, es por ello que muchos estudios científicos están todavía en etapa preliminar.
Una de estas investigaciones, sugería que las personas que usan varios dispositivos a la vez presentan menor densidad de materia gris en el córtex del cíngulo anterior, región cerebral que está implicada en el control de funciones cognitivas y emocionales. Según los autores, los resultados acreditan estudios previos que relacionan la multitarea vinculada a la tecnología con la facilidad para distraerse y perder la atención. Aunque los especialistas aclaran que la investigación demuestra un vínculo y no una relación de causalidad. Es decir, no queda claro si el uso de múltiples dispositivos lleva a cambios en la estructura cerebral o si las personas con menor materia gris son más proclives a la multitarea.
Algo parecido lo demostró otro estudio realizado por un investigador de la Universidad De Montfort, en Reino Unido, que sugería que las personas que pasan más tiempo consultando sus móviles y navegando en internet por lo general cometen fallos de concentración en su vida diaria. En ese sentido, Bruner opina que si realmente nos estamos volviendo más distraídos, es más bien consecuencia de un uso incorrecto de la tecnología y no un problema de la tecnología en sí misma.
Otra situación relacionada con internet o el uso de Google como una memoria o almacén de información perpetuo, y según especialistas de la Universidad de California, su existencia hace que hayamos dejado un poco de lado la nuestra. Los resultados indican que confiar en internet para acceder a la información hace a uno más proclive a volver a recurrir a esa herramienta.
Aunque los resultados de estas investigaciones demuestran que hemos cambiado nuestras costumbres y las fuentes de información de que nos nutrimos, no está claro si ello ha llevado a perder capacidad de recordar o si nuestra memoria sigue funcionando perfectamente.
Larry Rosen, psicólogo de la Universidad de California, analiza cómo la tecnología nos afecta psicológicamente y ha demostrado que los dispositivos tecnológicos, o más bien su ausencia, son una fuente de ansiedad, esto si se trata de un uso abusivo.
Estos resultados nos llevan a preguntarnos si debemos dejar de lado el móvil y el resto de dispositivos tecnológicos, pero de acuerdo con otro estudio en el que participaron 120 mil adolescentes británicos, la clave está en la moderación. Darle un uso adecuado a la tecnología tiene efectos positivos en la salud mental, esto si tomamos en consideración las respuestas de los encuestados a preguntas sobre felicidad, satisfacción y vida social.