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jueves, 8 de febrero de 2018

Una flagrante violación de los derechos humanos

Por H_player36

Según los pronósticos del Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA), entre los años 2015 y 2030, unas 68 millones de niñas podrían enfrentarse a la mutilación genital femenina, delito culturalmente aceptado que constituye una de las máximas expresiones de la violencia contra la mujer.

Más de 200 millones de mujeres y niñas en 30 países de África, Oriente y Asia han sido víctimas de la ablación, aun cuando en los últimos años se han dictado leyes contra ella en países como Uganda, Kenia y Guinea Bissau. La práctica extendida en naciones como Egipto, Sudán, Somalia y Malí, donde más del 90 por ciento de las féminas son sometidas a la aberrante práctica, consiste en la extirpación total o parcial de los genitales externos femeninos.

Existen tres tipos de ablaciones, aunque ello no reduce sus riesgos ni sus implicaciones en la vida de las afectadas. La primera consiste en la eliminación del prepucio del clítoris, mientras que en la segunda se corta total o parcialmente de dicho órgano del aparato sexual femenino y a veces, incluso, se mutilan los labios menores.

Estos dos tipos son los más comunes en el África occidental, mientras que en la parte oriental del continente abunda la de tipo III, que consiste en la ablación total con sutura de los labios de la vulva. Un informe difundido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) explica que son varios los motivos que conducen a las familias, comunidades y culturas a asimilar la ablación como algo natural, aunque no esté sustentada por ninguna religión.

Por lo general, se asume que la práctica garantiza que la niña acate normas sociales clave, como las relacionadas con la restricción de la actividad sexual, la feminidad, la respetabilidad y la madurez, explica el documento. De ahí se entiende que funciona como garantía de fidelidad matrimonial, pues se piensa que reduce la libido femenina y ayuda a la mujer a no tener relaciones sexuales ilícitas.

Algunas de las principales consecuencias inmediatas asociadas a la ablación son dolor intenso, hemorragias, tétanos, retención de orina, llagas abiertas y lesiones en los tejidos genitales. Pero ahí no acaba todo, ya que esta podría acarrear lesiones a largo plazo, entre las que se incluyen las infecciones urinarias persistentes, quistes, esterilidad, riesgo y complicaciones en los partos, infertilidad, relaciones sexuales dolorosas y muerte de los bebés sometidos al procedimiento.

A pesar de que es considerada una forma de expresión de la violencia hacia las féminas y una violación de los derechos humanos de las niñas, en las comunidades donde se practica, se lleva a cabo sistemáticamente en casi todas las infantes, por lo general menores de edad, y se promueve como una norma social sumamente valorada.

Difiere de otras manifestaciones de violencia por el hecho de que las mujeres, además de víctimas, son las personas involucradas en la perpetración del acto, aunque las familias suelen ser las mayores responsables. En general es realizada por “circuncisoras” tradicionales, aunque es común que tanto mujeres como hombres devengan cómplices en esta práctica que agrede la estabilidad física y emocional de las féminas.

En estos días el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, demandó mayores esfuerzos para acabar con la ablación, como parte de su mensaje por el Día Internacional de Tolerancia Cero a la Mutilación Genital Femenina. A menos que haya una "acción concertada y urgente", el fenómeno podía propagarse, por lo que se impone actuar con inmediatez, comentó. “Con la dignidad, la salud y el bienestar de millones de niñas en juego, no hay tiempo que perder. Juntos podemos y debemos terminar con esta práctica dañina'”, aseguró el diplomático portugués.