El Tesoro Quimbaya que tiene España era de Colombia
Lo crean o no, y muy lejos de los piratas, todavía existen historias de tesoros que se anhelan. Ese es el caso del pueblo colombiano, que en 1892, cuando el presidente Carlos Holguín le regaló a la reina española de ese entonces, María Cristina, una colección arqueológica de oro compuesta por poporos, cuentas de collar, narigueras, colgantes, objetos de sonido, orejeras y vasijas, perdió uno de las mayores riquezas. Desde entonces ningún gobierno de ese país sudamericano exigió, oficialmente, la devolución del tesoro, pero el 17 de octubre del pasado año, la Corte Constitucional de Colombia exhortó al Poder Ejecutivo a recuperarlo.
Acto seguido, y tras de divulgarse la sentencia, el ministro de Cultura de España, Íñigo Méndez de Vigo, afirmó que una vez recibida la solicitud, su país la valorará con detenimiento antes de tomar una decisión.
«Si Juan Manuel Santos (actual presidente de Colombia) actuará o no, no se sabe. Si lo hace estaría cumpliendo con el fallo de la Corte, si no habrá que aguardar los resultados de las próximas elecciones nacionales y ver qué hará al respecto el próximo mandatario», explicó Antonio José Rengifo, uno de los tutelantes de los derechos colectivos de esa nación latinoamericana para la repatriación de la colección o el tesoro Quimbaya.
No obstante, todavía no hay una respuesta oficial del presidente y la canciller del Gobierno, María Ángela Holguín, aclaró que existe ninguna instancia internacional a la que el Gobierno pueda trasladar el caso y que, con todas las de la ley, obligue a España a devolver el tesoro.
Sin embargo, la situación resulta un poco más compleja que esto ya que el fallo es paradójico y contradictorio. De hecho, expertos aseguran que pese a que la Corte colombiana mencione «varias veces» que España obtuvo el tesoro de manera «ilegal», en la parte resolutiva de la sentencia no lo declara del mismo modo, sino que al contrario, esta instancia deroga la declaración de ilegalidad que había hecho antes el juez que atendió el caso.
En ese contexto, se entiende que el anuncio de Holguín traiga consigo «un juego retórico diplomático que pierde validez en la medida que la sentencia no dice, explicítamente, que el regalo fue ilegal, y por ende no ejerce presión alguna». Esto significa, en otras palabras, que se hará lo que quiera España, aunque no sea justo para los colombianos, quienes podrían perder la oportunidad de recuperar una de sus mayores riquezas históricas y culturales.
