Brasileñas, al timón contra el abuso sexual
Propuestas "por y para ellas", prosperan en la geografía brasileña, donde no se permite el acceso a nadie de sexo masculino. Ello se produce luego de innúmeros casos de abusos, acoso sexual y violaciones, por medio de aplicaciones de transporte. Es este, entonces, un fenómeno que se halla en crecimiento pleno, en un contexto en el que los movimientos globales de denuncia al acoso provocan tornados en las redes sociales.
Tanto mujeres menores de edad, como jóvenes y adultas, padecen este flagelo en todo el orbe. Sin embargo, parece que a finales del pasado 2017 se liberaron del miedo y, bajo la etiqueta #MeToo, expresaron las múltiples ocasiones en que las sometieron a discriminación en el contexto laboral. Estas víctimas de conquistas inmerecidas de hombres en la universidad, el trabajo, o incluso en el espacio público —por la única razón de ser mujeres, dijeron “yo también”, sin pelos en la lengua ni pudor alguno.
Sectores como el transporte han sido históricamente reaccionarios en este sentido. Cuando se trata de conducir, las mujeres sufren al por mayor y de forma silenciosa, día a día.
Por ejemplo, en toda América Latina sobresale que los ómnibus y vagones de metro están marcados por el hacinamiento en horas pico, lo cual resulta un suplicio para las féminas. Si se contaran todos los testimonios de “toques”, “pegadas” y otros movimientos desagradables que ocurren cada día a bordo, no alcanzan páginas: ello ha requerido de campañas contra la violencia en varias ciudades, así como se ha pensado en soluciones alternativas: crear vagones o áreas específicamente para mujeres, a fin de mitigar el flagelo. Pero eso iría en una línea de segmentación que no está a la altura de las sociedades modernas o, al menos, al ideal de sociedad moderna civilizada.
Otras alternativas más privadas y seguras en teoría, dígase Uber, a veces esconden también lo contrario y una prueba de ello es que en Brasil la aplicación digital se ha visto envuelta en polémicas. Ya la prensa ha percatado del problema y ha notificado numerosos casos de violaciones y de acoso sexual por parte de conductores a algunas pasajeras.
Por tal motivo, en todo el territorio brasileño se han creado aplicaciones que, en su funcionamiento, resultan parecidos a Uber, si bien marca la diferencia el jhecho de que tanto usuarias como conductoras solo pueden ser mujeres.
En Recife, al noreste del país sudamericano, ha emergido la aplicación Mary Drive, y, al decir de su director de marketing y cofundador, su inspiración provino de conductoras que observó en aplicaciones creadas por la competencia, donde se combinaban los servicios de hombres y mujeres. De ahí que buscaron la opción de un servicio exclusivo para las mujeres porque tenían miedo de manejar durante la noche.