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viernes, 6 de abril de 2018

Los desafíos del próximo presidente de Colombia

Por Camila.Mayo

Aun cuando falta poco más de un mes para la realización de las elecciones presidenciales en Colombia, ya las encuestadoras dan como virtual ganador al derechista Iván Duque. Pero sea él o sorprendentemente los colombianos voten a otra persona, lo cierto es que los retos del país se mantienen vigentes para cualquiera de los aspirantes.

Entre los desafíos fundamentales se encuentra el de la paz. A pesar del acuerdo firmado entre la antigua guerrilla de las FARC y el Gobierno de Juan Manuel Santos, la realidad es que esa paz no ha sido cumplida del todo. Quedan diseminados por el país numerosos rebeldes armados, pero también han sido asesinados cientos de defensores de los derechos humanos y líderes sociales.

Por si fuera poco, la FARC se retiró de su carrera presidencial como partido político, entre otras cosas, por no existir las garantías de seguridad para poder concurrir. A esto se añade que, aunque inmersos en un proceso de negociación, la paz entre el ELN y el estado ha sufrido numerosos traspiés y todavía las treguas establecidas pueden desaparecer. Asimismo, se ha incrementado la inseguridad en la frontera con Ecuador, creando tensiones entre los dos países, los cuales recientemente firmaron acuerdos para la cooperación en el control de las zonas límites y la lucha contra el narcotráfico.

El otro gran reto es la economía del país, el más grande, según algunos analistas. Datos oficiales consignan que si en el 2007 el crecimiento colombiano fue del 7 por ciento, diez años después solo se consiguió un crecimiento del 1,8 por ciento. Otras cifras ilustran la situación compleja que vive Colombia, donde la deuda pública supera el 50 por ciento y el déficit fiscal es superior al 4 por ciento.

Ahora que se acaba su mandato, la administración de Santos ha comenzado a recibir numerosas críticas con relación a su gestión en el terreno económico. No faltan quienes plantean que a pesar de todas las advertencias recibidas sobre la necesidad de reducir el tamaño del aparato estatal y racionalizar el gasto, el presidente continuó creando ministerios, consejerías y otros apartados, deformaciones que ahora tendrá que corregir el nuevo inquilino de la Casa de Nariño.

Sin duda tiene una amplia agenda de trabajo desde antes de comenzar el nuevo presidente, una tarea harto difícil.