Uruguay abre el camino de América
La garra charrúa salió a relucir una vez más con un cabezazo en el descuento de José María Giménez, el cual dio a Uruguay su primera victoria en el Mundial de Rusia, algo que puede sonar a trámite, pero que, a juzgar por la historia de los últimos 48 años, se le resistía enormemente a la nación sudamericana. Resulta que desde el México 1970 el conjunto celeste no arrancaba un Mundial con victoria, racha demasiado larga para un país con tanta tradición.
En el papel, pocos ponían en discusión la superioridad de los uruguayos sobre los faraones, pero tampoco se discutió su favoritismo contra Costa Rica hace cuatro años, cuando perdieron con un sonado 1-3. Por ello, cualquier reserva también era lógica en la arrancada de los charrúas, que por fin pusieron un stop a su mala racha arrancando los Mundiales. Eso sí, nada sencillo fue el duelo contra Egipto, que, sin Mohamed Salah, supo incordiar al plantel de Oscar Washington Tabarez, previsible y sin ideas en el medio campo, básicamente porque no tienen a ningún volante en zona de creación que se enfunde el traje de diez y cree juego.
Con este hándicap, tal vez le cueste a Uruguay avanzar demasiado en el Mundial, pero muchos dirán que en otras ocasiones han triunfado con las mismas limitaciones, y será una verdad como un templo. Por ejemplo, contra Egipto jamás circularon el balón con fluidez, no fueron claros en ataque pese a contar con Cavani y Luis Suárez, pero Tabarez encontró la clave y dio más profundidad al equipo a falta de media hora dieron con la entrada de Cristian “Cebolla” Rodríguez y, sobre todo, de Carlos Sánchez, quienes conectaron más con los laterales y abrieron un abanico de opciones ofensivas más amplias, aunque estas no se materializaron.
Al final se necesitó de la casta, de la garra, del sufrimiento, del gol en las postrimerías, anotado por Giménez, quien se elevó en el área a la salida de un córner y envió un misil de cabeza directo a las redes de El Shenawy. El portero egipcio antes había agobiado a Suárez y Cavani, pero en el último suspiro no pudo fungir como muro de contención. “Fuimos superiores”, se limitó a decir Giménez, una frase manida y no tan real, porque, en honor a la verdad, el partido fue muy justo, solo que los uruguayos tienen un gen competitivo insuperable. “No sé cuánto salté, pero sabía que iban a poner el balón ahí y fui a buscarlo con todo”, añadió el zaguero del Atlético de Madrid, quien es, junto a Godín, el rostro de la garra charrúa.