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miércoles, 9 de mayo de 2018

La isla que sucumbirá a la contaminación

Por Manolo

Como mínimo, 2,3 millones de dólares deberán gastarse para lograr una gestión adecuada de los recursos acuíferos que yacen en la isla colombiana de San Andrés. Tanto nativos como turistas se sienten en tensión a causa de las alarmas lanzadas por las autoridades. De acuerdo con el reporte de varios analistas, la mayor parte de los residentes se verán afectados por la contaminación asociada al inadecuado manejo de los residuos sólidos, así como a las deficiencias en el sistema sanitario. Miembros de la Procuraduría General de la nación exigieron a la localidad que declarase inmediatamente su estado de emergencia ambiental y sanitaria.

A pesar de que los requerimientos de la entidad legisladora son justos ya que pone al descubierto las principales dificultades de la región, pareciera que cae sobre oídos sordos. Entre otras malas gestiones, la Procuraduría halló serias pruebas de inadecuado manejo, almacenamiento, transferencia y posterior disposición conclusiva que se hace de los remanentes médicos que se generan en el hospital Clarence Lynd Newbal Memorial. Los desechos de dicha institución se encuentran en su mayoría acumulados en la parte trasera del edificio, bajo sol y sereno, sin apenas algún tipo de aislamiento. Esos actos son serias infracciones a las normas de bioseguridad registradas en la nación suramericana.

Entre tanto, el gobernador de San Ándres, Ronald Housni Jaller fue suspendido de su cargo por tres meses. La propia Procuraduría emitió la orden de su retirada del cargo pues lo considera uno de los más importantes responsables por no garantizar soluciones a los ciudadanos frente a la crisis sanitaria. Además, al político le señalaron deficiencias en cuanto a las contrataciones del personal encargado de tales funciones.

Emérita Becerra, líder social radicada en el archipiélago, enfatizó en declaraciones a los medios de prensa que se coordinaron disimiles protestas para que fueran atendidas sus demandas. La activista por otro lado se siente complacida de que por fin organismos de la administración central del estado se preocupen por la difícil situación medioambiental que aqueja a la localidad y a sus habitantes. A pesar de ello Becerra enfatizó que los señalamientos y anuncios de futuras medidas no son suficientes. La comunidad de San Andrés merece la aplicación de acciones concretas.

Para garantizar una vuelta a la normalidad en el adecuado manejo de la contaminación ambiental generada, las autoridades locales deben emprender actividades para prevenir fenómenos de carácter contingente que afecten a los pobladores. Augusto Galán, director del observatorio de buenas prácticas para la salud en Colombia “Así Vamos”, explicó a la prensa que la propia declaración del estado de emergencia es un éxito, pero frenar las malas conductas dependerá en gran medida de la rapidez con que se implementen las estrategias de minimización de riesgos.

De acuerdo con el director del observatorio “Así Vamos en Salud”, los buenos resultados de la declaratoria de emergencia están directamente relacionados con la rapidez con que se ejecuten las acciones en orden de minimizar riesgos, siempre y cuando estas resuelvan el problema por completo, y no se queden en una solución meramente temporal.

Algo diferente opina el líder raizal Everth Hawkins, quien considera que si el gobierno toma en cuenta la declaratoria, esto será útil para enfrentar las diferentes contingencias y de paso evitar que tanto ciudadanos colombianos como extranjeros se expongan a la contaminación.

Para procurador delegado para asuntos ambientales, Gilberto Blanco, la interacción entre los desechos médicos peligrosos del hospital y los considerados ordinarios, podría estar colocando a la comunidad en una posición en extremo riesgosa. Igualmente, instó a la Gobernación a que tome medidas de diversa índole para lograr una solución para esta crisis.

Otro problema que ha aparecido, y que para nada es de menos escala, es la contaminación de la reserva de la biosfera conocida como Seaflower, un área que está entre las que mayores vulnerabilidades presenta frente al dañino fenómeno del cambio climático.