Madagascar al interior
Madagascar es una isla conocida por su gran infinidad natural, algunos la llaman el octavo continente. Es un punto del mapa político que ha pertenecido a muchos y a nadie. Una isla cuyo tamaño e historia no han podido colocarla en la mira de las grandes cadenas mediáticas y de la cual nunca se habla ni se escribe.
En este mes que transcurre, solo la muerte de 17 individuos y el traslado de más de 6 mil personas a causa del paso del ciclón Eliakim la encasillaron en el cast noticioso internacional. Solo la crisis humanitaria por epidemias de peste, que debes en cuando desangran a su población en las calles de Antananarivo, su capital, provocan la atención mundial a la cuarta isla más grande del mundo.
Este pedazo de tierra separado del continente que con su aislamiento ha ayudado la conservación en su territorio de miles de especies únicas en el mundo, que hasta el 80 por ciento de ellas son endémicas de la región, posee una población de casi supera los 25 millones de habitantes que viven y trabajan por menos de 65 céntimos al día, esto se confirma en la Ralalitra, que es uno de los mayores vertederos de basura de todo el continente africano y donde trabajan más de 3 mil personas en condiciones infrahumanas, que ha motivado a analistas y especialista sobre el estudio de este país insular enclavado en el océano indico y que está catalogado como un país en desarrollo.
Fue invadida por los indonesios, y posteriormente hubo migraciones bantúes desde el continente que se fundieron con la población local, sobre todo en la parte este de la isla. A principios de la Edad Media llegaron los primeros comerciantes persas, alcanzada por los árabes hacia el año 1000, que trajo como consecuencia que en la zona norte de la isla la religión mayoritaria es el Islam. Fue colonia de Francia, sitio codiciado por España, Portugal y Gran Bretaña, que alcanzó su independencia en 1960 y se instituyó una república bajo el gobierno de Philibert Tsiranana, líder del Partido Socialdemócrata. El precio de la colonización siempre es alto, y en este caso se paga hasta la actualidad, ya que Francia continúa como uno de los principales actores políticos, económicos y culturales de Madagascar.
