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sábado, 17 de marzo de 2018

¿Quién posee los tesoros de Albert Einstein?

Por Mia

El físico de origen alemán Albert Einstein, calificado como el científico más importante del siglo XX, dejó un legado teórico basto. Desde el año 1919, donde observaciones británicas del eclipse solar ratificaron las predicciones esbozadas por el físico sobre la curvatura de la luz, fue admirado por la prensa, convirtiéndose en un icono popular de la ciencia mundialmente famoso. Su manera de entender el mundo, los estudios físicos, la teoría de la relatividad, las relaciones entre los seres humanos, el individuo como ente activo lo convierte en una de las personalidades más interesantes, de la que aún existen mucho por investigar y descubrir.

Unos de los temas más polémicos que competen al físico son sus epístolas. Una de las cartas más célebres es la destinada a Franklin D. Roosevelt con la que consiguió romper la rigidez del pensamiento militar, expresando su carácter pacifista y su desprecio por la violencia y las guerras, a pesar de ser considerado por muchos el “padre de la bomba atómica.” En el discurso pronunciado a finales del año 1945 en New York expuso parte de ella, explicando que probablemente, los físicos que participaron en la construcción del arma más colosal y peligrosa de todas las épocas, se estarían sintiendo abrumados, con un intenso sentimiento de responsabilidad, por no expresar de culpa. Su propósito de creación era impedir que los enemigos de la humanidad lo descubrieran antes, como los nazis que habrían consumado la destrucción y la esclavitud del resto del mundo. Apelaba por el espíritu de solidaridad, confianza y fraternidad entre los hombres, que estos valores prevalecieran en la mente de quienes dependen las decisiones de utilizarla, porque de no ocurrir así, la civilización estaría condenada.

El Estado de Israel se estableció en 1948, cuando murió en 1952 el primer presidente, Jaim Weizmann, viejo amigo de Einstein, Abba Eban, embajador israelí en Estados Unidos, le convidó a la presidencia. Sin embargo, el físico a pesar de encontrarse profundamente agradecido rechazó el cargo, su relación con el pueblo judío se había convertido en el vínculo humano más fuerte que poseía. En este mismo año fue fundada la Universidad Hebrea de Jerusalén en el Monte Scopus, con la clase inaugural dictada en alemán por Albert Einstein, labor que ejerció hasta su fallecimiento el 17 de abril de 1955. Dejando en esta institución, la mayor colección del mundo de sus, escritos, artículos, documentos, dentro de los cuáles figura el manuscrito de la teoría de la relatividad.

De esta manera una de las cartas más importantes del Premio Nobel de Física, fue subastada el pasado martes en Jerusalén, según constató un periodista de la AFP. El manuscrito redactado en alemán, fue enviado por Einstein en 1928 desde Berlín a un amigo matemático y exponía ideas acerca de la teoría de la gravitación. Durante la puja fue adjudicada por un valor de 103.700 dólares, alrededor de 290 millones de pesos, pidiendo el comprador total anonimato. En el lote de la subasta además de las cartas había fotografías y autógrafos del físico que de igual manera fueron vendidos por varios miles de dólares. Cómo parte de este lote se encontraba una nota dirigida a una joven italiana que aparentemente, había flechado el corazón de Einstein, fue escrita a la edad de 42 años. En aquel instante, aquella dama, que había captado su atención poseía 22 años. Según recientes investigaciones la joven era hija de un famoso químico y no había correspondido a los sentimientos de Einstein.

Sucede años tras año, en octubre de 2017, una nota manuscrita del científico acerca del secreto de la felicidad se subastó en Jerusalén por una cifra de 1,56 millones de dólares, cerca de 200 veces más que las apreciaciones previas, relacionadas con el posible costo, las cuáles apuntaban a conseguir un valor entre los 5.000 y 8.000 dólares. Ambas cartas subastadas el pasado martes, según expresó el director del salón de ventas Winner's, Gal Wiener revelaban la personalidad un tanto compleja de Albert Einstein. Sus ideas van más allá de lo imaginable, es un mundo que solo el propio científico pudiera descifrar, pero el intentar tener una parte de ese rico misterio y con el tiempo poder llegar a entender, quizás una frase es lo que mueve a muchos de los coleccionistas y amantes de la historia, de ahí el valor tan alto de estos pequeños tesoros.