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lunes, 19 de marzo de 2018

El PSG no puede gastar a lo tonto

Por Aliet Arzola

Pasará mucho tiempo para que los aficionados del más universal de los deportes olviden la temporada en la que el PSG, tras gastar más de 200 millones de euros en la firma de un solo jugador y más de 400 en solo unos cuantos refuerzos, no pudo superar ni siquiera los octavos de final de la Champions League. Así en esas líneas se resume la campaña del club parisino, que podrá ganar la Ligue 1 y cualquier otro trofeo en Francia, pero arrastrará su maleficio continental.

En el 2017 sufrieron la remontada más dolorosa que se recuerde en la historia del fútbol con aquel 6-1 glorioso del Barcelona en el Camp Nou, y ahora fueron eliminados sin piedad por un Real Madrid que, pese a estar en horas bajas, supo aprovechar las brechas de un plantel francés sin identidad ni pegada. Tanto en el Santiago Bernabéu como en el Parque de los Príncipes, el once comandado por Unai Emery naufragó sin excusas, porque ni siquiera pueden agarrarse a la baja por lesión de Neymar en la vuelta, pues justamente en la ida, con el brasileño en la cancha, el Madrid puso cifras casi definitivas en la eliminatoria.

En todo caso, si alguien ha quedado verdaderamente señalado tras la debacle del PSG es el técnico Unai Emery, quien no encontró la fórmula para motivar a los suyos, ni tampoco supo contrarrestar las estrategias de Zinedine Zidane pese a contar con una plantilla muy numerosa y plagada de hombres de calidad. Emery, antes triunfante con el Sevilla en la Europa League, ahora pende de un hilo, cuestionado por la grada y por la zona noble del club, donde no entienden que el entrenador haya cerrado la eliminatoria quitando al chico maravilla, Kylian Mbappé (su cesión con derecho de compra ascendió a 180 millones de euros), para dar entrada a un mediocentro defensivo en horas bajas como Lass Diarra.

Ese movimiento, cuya única explicación es evitar una goleada a manos del Madrid, mostró el rostro más gris de Emery y del PSG, que probó ser un club sin identidad ganadora, lejos del señorío de los grandes competidores europeos. Pese a los cientos de millones gastados en todas las líneas del equipo, no se notó ni seguridad defensiva, ni intensidad en la media cancha ni hambre en la zona de atacantes, detalles que demuestran, por enésima ocasión, que el dinero compra talento pero no lo pule ni garantiza títulos. De cara al futuro, el PSG se enfrenta a la disyuntiva de seguir gastando y gastando sin ver el fondo de su cartera (ese fondo para los jeques árabes no existe) o moderar las inversiones en fichajes, enfocándose en contratar a obreros que aporten de manera colectiva a la causa y no se preocupen solo por brillar individualmente.