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sábado, 10 de marzo de 2018

Flores robot para polinizar

Por EvelynR

Las flores robot polinizadoras pudieran parecer una reciente creación científica, pero lo cierto es que la idea pertenece al artista australiano Michael Candy. Las flores buscan formar parte del sistema de polinización de la naturaleza y convertirse en el centro de atención de las abejas, además de consolidar la idea de que la naturaleza y la tecnología pueden vivir en armonía.

En la actualidad, las barreras y límites entre diferentes ramas y especialidades se desdibujan por los intereses y la capacidad de los creadores. Tanto así que, en el caso de esta noticia, la imbricación entre la ciencia y el arte es asombrosa. Y es que el último trabajo del artista australiano Michael Candy, este utiliza flores robotizadas.

Candy ha captado la atención de muchos con un trabajo en el que ha querido demostrar cómo puede integrarse la tecnología con el mundo natural en un ejemplo de biomimetismo. Esta es la ciencia que estudia a la naturaleza como fuente de inspiración de nuevas tecnologías, para resolver problemas humanos que la naturaleza ha resuelto, a través de modelos que imitan o se inspiran en ella.

En el caso del artista, este creó unas flores robotizadas que buscan formar parte del sistema de polinización de la naturaleza, en el que intervienen aves, insectos o murciélagos. Además, busca convertirse en el centro de atracción de las abejas mediante un dispositivo que dispensa polen.

El sistema cuenta con servos (dispositivo que se ubica en cualquier posición) y actuadores para distribuir el polen y el néctar sintético. Este último acaba surgiendo en el centro de cada flor y se queda en los cuerpos de las abejas que se acercan las flores robóticas.

De acuerdo con el artista, el proceso para conseguir que las abejas llegasen a sus flores fue todo un reto, pues existen tantas flores en el mundo que es muy extraño que acaben siendo atraídas por el dispositivo.

Según Michael Candy, el concepto inicial era crear una herramienta que ayudase a monitorizar el vuelo de las abejas mediante un poco de tinte que se dispensaba en esas flores y pintaba sus espaldas y así podían conocer qué abejas visitaban qué zonas y cuándo lo hacían. Pero luego el proceso varió para ayudar a la polinización, demostrando además que la tecnología y la naturaleza pueden vivir en armonía.