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miércoles, 13 de junio de 2018

Una buena mirada crítica y autocrítica

Por Janet Rios

No me canso de repetir la importancia de una Buena Miranda. Aprender a usar el amigo espejo no con complacencia, sino como un instrumento de ayuda para realzar y potenciar lo mas atractivo de ti. No solo es una cuestión de físico de cuanto medimos, pesamos, cuales son nuestras proporciones, que dad aparentamos, que apariencia tenemos, entre otras. A la hora de seleccionar el vestuario, paste también de analizar tus actividades, el lugar y la hora y todos los detalles que la enmarquen. Conjugar el buen gusto, lucir atractiva, queda en in amplio terreno donde el ojo critico se concierne en imprescindible.

Porque los acentos en el vestir de estos tiempos están, fundamentalmente, dirigidos a las mujeres jóvenes. Fenómeno que se original a mediados de los 80 del pasado siglo. Hasta ese momento, la moda del vestir estaba dirigida a la mujer en plenitud. Las adolescentes soñaban entonces en llegar a vestirse como las damas. Maquillaje, peinados y accesorios estaban pensados a partir de una mujer atractiva. Quizás la medianía de los 20 años era la edad ideal.

Pero llego la mujer niña, minifalda, busto menudo, zapatos de tacón ancho y punteras cuadradas...y, poco a poco, la edad comenzó a ser un icono dorado. La juventud, cada vez más juvenil, impuso e impone un paradigma que hasta nuestros días marca la producción industrial y la publicidad sobre estos temas.

Las maniquíes de pasarela y los anuncios de productos pasaron de las importantes actrices a muchachas tocadas por la fama de la gracia, 20 años, 18, 16..., prácticamente niñas se adueñan de este mundo oropel y ensueños. Apresar la ilusión de juventud se convirtió en un objetivo. Se olvida que cada día hay un segmento mayor de la población que traspasa los 60 años. Que la plenitud física se extiende de 40 o50 años muchas veces esta en la mejor forma de su vida.

Por supuesto, es importante llegar al conocimiento exacto para comprender que no se es joven solo por vestirse como si se tuviera 18 años cuando se pasa de los 40. Justo como si se estuviera en posesión de una silueta flexible cuando el sobrepeso se hace sentir con toda potencia.

Las diferencias en la corpulencia física, los variados tipos de silueta y las características de la personalidad, todo requiere adecuaciones imprescindibles. Por todas esas y otras muchas razones, el espejo debe convertirse en un fuerte aliado. Mirarse en el con desprejuicio constituye la base para dominar los ángulos en que su silueta debe equilibrarse como una forma de acentuar los encantos personales.

Tanto a los 60 como a los 20, gruesa o delgada, alta o bajita, siempre puedes lucir moderna y atractiva. Mucho depende de que te muevas entre los limites del saber llevar. Eso es un arte. No se trata de exponer un pliego de recomendaciones milagrosas. Solamente apoyar que el buen gusto determina el sentido personal de la buena apariencia.

Dominar el ritmo y la armonía embellece la personalidad y el físico. Los límites individuales determinan para que la silueta se proyecte con garbo. Ese es un objetivo. Dicen que nadie se conoce mejor que uno mismo. Entonces, asimilar que la imagen se pule para fomentar lo mejor, aguzar la mirada y conocer aspectos a suavizar..., en fin, usar y saber lo que mejor queda, aderezado con esos detalles que potencian cuando de imagen personal se habla.

Insisto en el tema porque, a veces, se observan grandes incongruencias que apoyan desconocimiento y vulgaridad. Y es preciso cuidar aquellos detalles elementales que recogen, en primer lugar, adecuación. Cierto que las costumbres pueden transformar. Desde los años 70 del pasado siglo un aire deportivo invade el mundo del diseño de prendas de vestir, también cierto desenfado las envuelve y, sin lugar a dudas, privilegian sencillez y elegancia cuando son bien utilizadas.

Quien hubiera dicho años atrás que los tirantes del sostén formarían parte de los adornos de las prendas cotidianas, que telas traslucidas y mallas sin forrar se estarían hasta en los vestidos mas elegantes, que torso, caderas y cinturas se mostrarían con toda naturalidad yen cualquier hora y lugar, que los grandes escotes invadiría hasta el mundo del trabajo, que las camisetas ocuparían rango de prenda callejera.

Y eso es cierto, y mucho mas. Y es ahí cuando se impone dominar el límite. Si se traspasa ligeramente el eje, se harán sentir tosquedad, inconveniencia, chabacanería. El equilibrio se rompería.