Piel vs. Sol
La mayoría de las personas piensan que solo durante el verano se debe proteger la piel del sol, pero la realidad es que este cuidado debe ser diario, incluso durante los meses de invierno, de ahí que siempre se deba tener presente las recomendaciones a seguir para evitar los efectos perjudiciales del sol sobre la piel.
La piel perdona los ataques que sufre pero no las olvida, ya que una quemadura solar se cura en pocos días, pero el daño originado por la radiación ultravioleta en las células subsiste. De manera que años después pasa factura en forma de envejecimiento dígase arrugas, manchas, flacidez y en el peor de los casos puede provocar incluso, cáncer de piel. Ya que estos efectos secundarios suceden al cabo de los años, momento en que la piel haya acopiado muchas horas de sol, tienden a olvidarse.
Toda persona debe interiorizar que cuando toma el sol de manera involuntaria o voluntariamente, para ponerse bronceada, corre un enorme riesgo y juega con la salud de su piel. Durante los días nublados, la radiación solar que llega a la piel es semejante a la de un día despejado. La piel no se pone morena por un concepto estético, al contario es una vía de protección ante los efectos nocivos de la radiación ultravioleta que proviene del sol o de cualquier fuente artificial dígase las cabinas de bronceado, por lo que no existe ningún método para ponerse moreno que implique no correr riesgos para la piel. Incluso el bronceado que muchas veces se consigue no es basto para proteger la piel de los efectos perjudiciales de la radiación ultravioleta, motivo por el cual se debe tomar precauciones y seguir sencillos consejos de especialistas.
En sol se debe evitar entre las 11 y las 16 horas, por lo que se recomienda buscar sombra mediante el amparo de ropa, gorros y sombrillas. Para el total bienestar de la piel se deben utilizar filtros solares que tengan un factor de protección superior a 20, filtren tanto los rayos ultravioletas UVA como los UVB y sean resistentes al agua. Los filtros se deben aplicar media hora antes de exponerse al sol y luego cada tres o cuatro horas, sobre todo si se suda mucho o se baña a menudo.
