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lunes, 7 de mayo de 2018

Salvando a las tortugas carey en Playa Blanca

Por Geralt

Todos los años las playas de Colombia con costas al Caribe reciben a centenares de visitantes. Estos llegan allí atraídos por las espectaculares vistas de los balnearios del Distrito de Cartagena, adonde tanto turistas nacionales como internacionales llegan para inundar las extensas hectáreas de arenas blancas. No obstante, hay otra realidad.

Los humanos no son los únicos interesados en ir de visita y conocer las encantadoras costas marinas, pues durante mucho tiempo Playa Blanca, que está ubicada en una pequeña ínsula conocida por el nombre de Barú, fue también un santuario natural para las tortugas carey. Esos hermosos reptiles marinos van siempre a esas playas para anidar, y precisamente la llegada de estos ejemplares, que ahora se encuentran en peligro de extinción, es causa de preocupación para numerosos biólogos.

Cada año las playas caribeñas de Colombia reciben a centenares de visitantes. Atraídos por las vistas paradisíacas de los balnearios del Distrito de Cartagena, los turistas nacionales e internacionales inundan las extensas hectáreas de arenas blancas. Pero lo cierto es que los humanos no son los únicos interesados en visitar y conocer las encantadoras costas marinas.

Durante años, Playa Blanca, ubicada en pequeña ínsula conocida por el nombre de Barú, fue el santuario natural de tortugas Carey. Los hermosos reptiles marinos visitan siempre esas playas para anidar. El arribo de ejemplares de la especie, que ahora se encuentra en peligro de extinción, causa desvelo y preocupación a numerosos biólogos.

La empresa protectora de animales cartaginense, en coordinación con el Ministerio de Medio Ambiente de Colombia, lanzaron una iniciativa para cerrar la región norte del balneario. El objetivo de la propuesta es devolver al menos un pequeño lugar para que la conocida y hermosa tortuga pueda desovar. Las Carey se vieron afectadas en gran medida por la fabricación de la vía Barú, imponente terraplén que logró unir todas las ínsulas que conforman el archipiélago de Cartagena.

Con la carretera arribó el progreso, pero también el turismo de modo masivo. Las bellas tortugas ya prácticamente no volvieron a visitar su nido habitual. De lo sucedido ha transcurrido ya cerca de una década. En el escenario natural de aguas cristalinas también se han afectado diversos géneros de corales. El espacio dista actualmente de la antigua imagen de excelsa pasividad. En estos momentos, Playa Blanca sucumbe a problemas relacionados con la contaminación de sus aguas y dunas. Estas últimas son especialmente afectadas por el considerable aumento de restaurantes y hostales ilegales que no respetan las normativas sobre la línea costera. Algunas construcciones se encuentran prácticamente encima de la franja baja del mar.

Para Yolanda Wong, secretaria del interior de Cartagena, la decisión del Ministerio de Medio Ambiente y de Cardique de cerrar un espacio para que las tortugas aniden era una imperiosa necesidad que desde hacía tiempo debería haberse llevado a cabo. La funcionara detalló los pasos que seguirán los biólogos y colaboradores que desarrollaran la mencionada actividad. Además descartó cualquier posibilidad de que el balneario sufra de manera total o parcial un cierre definitivo.

“Lo primero será instalar vallas con notificaciones y alertas para que los visitantes extranjeros y nacionales estén al tanto, de modo responsable, de que no se puede pasar a determinadas zonas vedadas. Los meses de mayo a diciembre son los escogidos por las tortugas para poner sus huevos. Ese será precisamente el periodo de tiempo en que las personas deberán alejarse del área. Las tortugas Carey son especialmente celosas con sus nidos, además de ser extremadamente delicadas. Por lo general no se sienten cómodas en escenarios donde existe demasiada luz o ruidos”, refirió la política. Wong también expresó que las restricciones solo se centraran en el sector norte de la isla de Barú. El resto del parque natural permanecerá abierto.

Próximamente se activaran operaciones de control y vigilancia en las playas. Además se limitará el número de personas que al día podrán tener acceso a toda la isla. La cifra establecida es de tres mil 124 individuos, sin embargo las autoridades prevén que pudiera llegar a elevarse hasta tres mil 500. Antes de que la normativa se pusiera en vigencia, Barú llegaba a albergar a unos siete mil ciudadanos en veinticuatro horas. Para los investigadores, esa desmedida explotación de los recursos naturales constituye un delito contra el medio ambiente.

Yolanda Wong también enfatizó que las comunidades locales debieran asumir una postura más responsable para proteger a las especies nativas y autóctonas de la región. Solo a través de los pobladores, los turistas podrán comenzar a aprender acerca de la importancia de cuidar de la procreación de la hermosa especie de reptiles. Las tortugas Carey se encuentran en peligro de extinción, entre otras razones, porque su caza indiscriminada. Su caparazón es cotizado para la confección de artesanías.