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domingo, 1 de abril de 2018

Los cyborgs, al servicio de la salud

Por pratts23

Trascender nuestra condición de seres humanos a partir del uso de la tecnología es la intensión de un grupo de personas que buscan convertirse en cíborgs. Los organismos cibernéticos se le llaman a las criaturas compuestas de elementos orgánicos y dispositivos cibernéticos generalmente con la intensión de perfeccionar orgánicas con el uso de la tecnología.

Mas allá de lo natural, en los últimos tiempos se ha desarrollado una nueva comunidad llamada biohackers o grinders, nombres que les da uso a las personas que experimentan para mejorar el cuerpo humano con tecnología y pasan a convertirse en cyborgs. El primer organismo cibernético reconocido en el mundo es el británico Neil Harbisson, quien en el 2004 se implantó un eyerborg en su cabeza para poder percibir y escuchar los colores que le rodean, de hecho, el gobierno británico lo reconoció legalmente, que permitió quedase plasmado este estatus en su pasaporte, convirtiéndolo en el primer cyborg reconocido por una nación.

La artista catalana Moon Ribas, quien además de tener un nombre peculiar, trasciende como el único ser humano capaz de percibir un movimiento telúrico gracias al implante que se hizo colocar en su codo. Esta singular bailarina de 33 años se unió con el británico Harbisson y crearon la Fundación Cíborg, que entre sus principales objetivos se encuentran: promover el uso de la cibernética en eventos culturales, desarrollar los sentidos y capacidades humanas creando y aplicando extensiones cibernéticas en el cuerpo, además de defender los por los derechos de los cyborg. Esta organización internacional surge por el sinfín de números de personas que le enviaron correos deseando ser un cyborg.

El caso del artista de origen chipriota asentado en Australia, Stelarc como se nombra este innovador del cuerpo humano, se hizo crecer una oreja en su antebrazo izquierdo, de modo tal que puede escuchar sonidos por el mismo. El vicerrector adjunto de Investigaciones Kevin Warwick, experto británico de la Universidad de Coventry explica que estos implantes, en su mayoría, no ocasionan daños al organismo, sino que pasan a formar parte de él, aunque advierte que cualquier procedimiento en este sentido debe realizarse bajo la supervisión de los especialistas de la salud.