El sexting se convierte en moda
El sexting es el envío de mensajes sexuales mediante teléfonos móviles y otros dispositivos electrónicos, e incluye tanto los mensajes de naturaleza sexual como de material pornográfico. Desde el 2009, la prevalencia del sexting se ha incrementado de manera exponencial. Por ejemplo, según refleja un meta-análisis publicado en la revista JAMA Pediatrics, un considerable número de jóvenes por debajo de los 18 años participa o ha participado en esas prácticas.
Al menos uno de cada siete (15 por ciento) ha enviando material sensible y uno de cada cuatro (27 por ciento), lo ha recibido. Aunque la prevalencia fue mayor entre adolescentes de más edad a través de dispositivos móviles, el estudio alerta sobre la entrada de preadolescentes de entre 10 y 12 años en el sexting.
En ese sentido, Jorge Flores Fernández, experto en el uso seguro de las TIC y fundador de PantallasAmigas, considera que este grupo es especialmente vulnerable. Refiere que el aumento de la prevalencia y la práctica a edades más tempranas tiene que ver con la mayor disponibilidad de la tecnología y con conexiones cada vez más económicas. Como la edad de uso de la tecnología está disminuyendo, esto influye en que los adolescentes entren antes a este tipo de prácticas de riesgo; aunque el especialistas explica que no lo hacen tanto por una cuestión sexual sino más bien como una forma de travesura, de llamar la atención o por aburrimiento.
Según datos recientes del Instituto Nacional de Estadística de España, con 11 años más de la mitad de los niños disponen de un móvil. Expertos como Jorge Flores insisten que si bien no hay una edad adecuada para comprarles el primer teléfono, se trata de una cuestión de madurez y habilidades de los adolescentes. Aunque el fundador de PantallasAmigas considera que el grupo de preadolescentes, de 10 a 12 años, no es capaz de ver los riesgos de prácticas como el sexting en comparación con un adolescente más mayor.
Los riesgos derivados de la práctica del sexting son múltiples y entre estos, uno de los más comunes es que, si se hacen públicas esas informaciones, se ven vulnerados el derecho a la intimidad, al honor y a la propia imagen. Este tipo de prácticas pueden ser un indicador de víctima potencial para depredadores sexuales. Flores señala que detrás del sexting se encuentran casos de venganza, abuso y chantaje económico, emocional o sexual.
Sheri Madiga, profesora asistente en el departamento de psicología de la Universidad de Calgary (Canadá) y líder del estudio publicado en JAMA Pediatrics, explica que el sexting puede parecerse al comportamiento sexual: cuando es consentido, hay muy pocas consecuencias adversas para la salud, pero el no consentido o forzado está relacionado con mala salud psicológica.
