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jueves, 29 de marzo de 2018

El imperio chino es para siempre

Por javierpratts

El Partido Comunista de China (PCCh) preparó durante las últimas semanas una reforma que va a cambiar el rumbo de su país y a marcar las relaciones internacionales. Se trata de eliminar la cláusula de la Constitución que reduce a dos el número de mandatos del presidente y del vicepresidente.

Esta reforma significa en plata blanca que el actual gobernante, Xi Jinping, podrá gobernar hasta que le plazca o hasta que la muerte o una enfermedad se lo impidan. La decisión de Xi de inmortalizarse en el poder causa alarma porque revierte una medida adoptada justo después de la Revolución Cultural, uno de los periodos más tristes, sangrientos y caóticos del siglo XX. Durante esta época, el poder sin límite que Mao Zedong concentró y le permitió dar rienda a sus paranoias y odios, lo que menguó prácticamente en una guerra civil que acabó con el sistema productivo y horrorizó a toda la nación del sol naciente. Para prevenir que eso se repita, en 1976 el PCCh instituyó que nadie podía ser presidente durante más de dos mandatos consecutivos de cinco años.

En efecto, desde el gobierno de Hua Guofeng (el sucesor de Mao) hasta el de Hu Jintao (el predecesor de Xi) los mandatarios chinos adoptaron un sistema colectivo de gobierno y siguieron la tradición de nombrar a su sucesor durante el congreso del PCCh, que se celebra cada cinco años.Sin embargo, durante el congreso de octubre, Xi guardó un elocuente silencio sobre el nombre de su sucesor. Por el contrario, le quitó facultades al Comité Permanente del Politburó del PCCh (el órgano que tradicionalmente escoge al siguiente presidente), y logró que su ‘pensamiento’ quedara incluido en la Constitución nacional, un honor que solo Mao conoció en vida y que, literalmente, convierte su palabra en ley. El máximo dirigente de la república de China se está preparando para lanzar a la nación asiática al primer lugar en la escala geopolítica, económica y cultural. Este país se está potenciando con cada día que amanece, desarrollando todas las ramas de su imperio como siglos atrás lo hicieran con la pólvora y la seda.