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lunes, 5 de febrero de 2018

Los cafés con piernas…¿una ilusión?

Por sumily

Los café con piernas surgen en la capital chilena finalizando el régimen militar en 1980. Tomaron auge en los años 90, en la medida que el liberalismo ganó lugar en en la economía y la cultura. En el centro de la ciudad existen alrededor de 60 establecimientos de este tipo, sin embargo en todo Santiago hay unos 120. La arquitecta y profesora en la Universidad Austral de Chile, Marcela Hurtado, quien ha estado investigando los café con piernas, considera que el fenómeno es una radiografía de las vicisitudes y refutaciones que ha vivido y vive Chile.

Estos sitios se administran bajo la legislación de las cafeterías, pero en muchos casos pueden correr la suerte de ser vistos como vehículos de prostitución. Una práctica que no está establecida legalmente en Chile.

Una de las cosas más llamativas a los ojos de los extranjeros que visitan el centro de Santiago de Chile son los sitios donde se bebe. Conocidos como los café con piernas. Se trata de mujeres en escotados y ajustados vestidos que se encuentran un escalón más alto que el cliente, como si estuviesen en una tarima. Este es un servicio que se lleva a cabo por más de 30 años en la capital de Chile.

En estos cafés con piernas, radicados a poco menos de una cuadra del centro de Santiago de Chile, las féminas atienden desde una delgada barra de acero, donde no hay sillas. Las paredes de estos sitios son de espejo y los pisos y techos, de mármol. Tiene un horario de oficina. La clientela es diversa, va desde parejas, mujeres solas, o grupos de ella, oficinistas o turistas que buscan conocer la particular tradición.

Como era de esperarse, los más frecuentes son los funcionarios y burócratas del centro, quienes además de disfrutar del lugar, pretenden, en muchos casos, llegar a tener una relación más cercana con las meseras, pues todas las chicas de estas instalaciones son hermosas y con una capacidad casi hipnótica para hacer sentir cómodo a su interlocutor.

Las cadenas más famosas son el Café Haití y Café Caribe. Son locales con grandes ventanales, amplios y mesas en la calle. Entrar a un sitio de estos es como viajar a 1980. Sin embargo, no todos los establecimientos conocidos como café con piernas en el centro de Santiago son así.

De un tiempo a la fecha ha tomado auge una segunda categoría, que no disfruta de espacios en las calles principales, sino en pasillos, en los sótanos, en plantas bajas donde venden suvenires, relojes, café, en galerías de edificios, pero son sitios donde hay más piernas. En estos casos no hay mesas, es espacio es oscuro, las ventanas son polarizadas y la música es igual que en una discoteca. Las meseras llevan ropa interior o sugerentes bikinis, las chicas en su mayoría son colombianas o venezolanas, nacionalidades cuya inmigración ha aumentado considerablemente en los últimos años a Chile.

Hasta este punto ninguno de los tipos de café, ya sea la primera o segundas categoría, ofrecen servicios sexuales, teóricamente hablando. Sin embargo, existe una tercera categoría que tiene mucha similitud con los cabarets, stripease y burdeles conocidos en el resto de Latinoamérica.

Según María, una de las meseras que pidió que se preservara su verdadero nombre, asegura que ellas solo venden una utopía. Para la mayoría de las mujeres chilenas no es de agrado que le hagan piropos ni hacen cosas atrevidas que mantenga contento a su pareja. Este es un espacio para que ellos busquen lo que no tienen en otra parte. Los hombres chilenos son tímidos y en muchas ocasiones no saben abordar a una mujer atractiva, sin embargo en los cafés con piernas lo hacen porque se sienten liberado.

Con 23 años, venezolana, María es ingeniera industrial y hace un mes que vive en Santiago de Chile. Su herramienta de trabajo es su celular, pues a través de él se comunica con los clientes que la visitan en su horario laboral. Mantiene una lista de decenas de conversaciones por WhatsApp con sus clientes, quienes le ofrecen espléndidas propinas y le llevan regalos.

A decir de esta joven, existen meseras que dispusieron un cliente para suministrarle servicios sexuales. Sin embargo, a ella le resulta raro porque como mesera gana casi 2 000 USD al mes y todas poseen contratos oficiales y su seguro social.

Algunas de las jóvenes han llegado a conocer a sus esposos en estos sitios y pasan a llevar otra vida. También están las que han conseguido regresar a su país con dinero, hacerse correcciones quirúrgicas y regresar más bonitas.

En muchos de estos establecimientos, las meseras están obligadas a vender un número mínimo de cafés al día. Después del 30º la ganancia es para ellas.