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lunes, 5 de febrero de 2018

Altos vuelos en Philadelphia

Por Aliet Arzola

El año 1960 estaba marcado con ribetes dorados en todos los calendarios de Philadelphia, ciudad que justo en aquella temporada vio coronarse a Norm van Brocklin, Chuck Bednarik y los Eagles como amos supremos de la NFL, los únicos capaces de derrotar en postemporada a los Green Bay Packers de Vince Lombardi. Pero a partir de ahora, el 2018 también aparecerá destacado en cualquier libro histórico de la urbe, porque los Eagles han vuelto a ganar.

Tras 57 años de sequía, la franquicia de Philly, ahora comandada por Doug Pederson, conquistó el cuarto título de su historia y su primer Super Bowl, coronando una postemporada en la cual mostraron un enorme poderío, liderados por el mariscal de campo suplente Nick Foles. En el U.S. Bank Stadium de Minneapolis, los Eagles derrotaron 41-33 a los monarcas defensores, los New England Patriots, luego de haber dejado en el camino a los Atlanta Falcons y a los Vikings de Minnesota. Los chicos de Philadelphia aguantaron la presión de Tom Brady y sus Patriots, conjunto que, contrario a los pronósticos, salió mal parado de una guerra ofensiva con altos por cientos de efectividad.

Vital en el triunfo de los Eagles fue el desempeño de Foles, quarterback sustituto en el tramo final de la temporada, especificamente desde que el estelar Carson Wentz salió de la escena por una lesion en diciembre pasado. El cerebro del plantel verde alternó con maestría pases cortos y largos, aprovechó el excepcional desplazamiento y lectura de Alshon Jeffrey, autor de algunas atrapadas memorables, y supo devorar minutos del reloj cuando más lo necesitaba su equipo, que lideró ampliamente los tiempos de posesión del Super Bowl LII. Corey Clement y Zach Ertz también fueron receptores de lujo para los pases de Foles, quien además anotó un touchdown y se encumbró como MVP indiscutible del partido.

Pese a que el marcador final denota una ventaja bastante cómoda, lo cierto es que los Patriots vendieron cara la derrota y metieron el diablo en el cuerpo a los parciales rivales, impacientes al ver como la franquicia de New Englad descontaba una diferencia inicial que llegó a ser de 13 unidades. El levantón de los Patriots tuvo nombre propio, el de su estrella, Tom Brady, quien revivió momentos dulces en algunos compases y entregó balones de lujo a Chris Hogan y Rob Gronkowski, este último dado de alta la fecha antes del partido al salir del protocolo de conmociones cerebrales, en el cual se encontraba desde su choque de cascos con Barry Church (Jacksonville Jaguars) en el duelo por el campeoanto de la Conferencia Americana.

Gronkowski quiso desquitarse de su ausencia en el Super Bowl del pasado año (no estuvo en la remontada contra los Falcons por una cirugía en la espalda), y atrapó pelotas cruciales, sobre todo en la segunda mitad, cuando mostró todas las habilidades del jugador que consiguió 69 pases, 1.084 yardas y ocho anotaciones en la temporada regular. La última de sus atrapadas en Minneapolis fue sobre un pase alto de Brady que capturó estirandose al máximo, consciente de que esa bola representaba la ventaja de los Patriots. Pero después que Gronkowski anotó y puso arriba a New England, los Eagles no se desesperaron y trabajaron en base a conseguir puntos y dejar poco tiempo disponible en el cronómetro.

La estrategia le salió a la perfección y se pusieron delante por un touchdown de Zach Ertz, logrado después de varios avances con pases certeros de Foles. Pero la tapa al pomo la puso Brandon Graham cuando los Patriots tenían la posesión a falta de dos minutos para el final. El ala defensivo arrebató el ovoide a Brady cuando entraban en la recta final de su ofensiva, y la recuperación prácticamente mató el encuentro a favor Philladelphia, que se apoyó entonces en LeGarrette Blount, especialista en rematar las últimas yardas, para avanzar y controlar la posesión. Del resto se encargó Jake Elliott, quien marcó un gol de campo de 42 yardas justo en el momento de mayor presión del desafío. Su patada puso cifras definitivas a un partido en el que los Eagles, mientras los Patriots cayeron por el abismo.